El amor y sus terribles coincidencias 

Por Alejandro Villanueva

En su libro El desdén de los dioses, Alejandro Gaviria reflexiona sobre la probabilidad cero, afirmando que “todo lo que sucede tiene probabilidad cero, pero sucede. El azar casi siempre supera a la voluntad”. Y yo, como todo romántico empedernido, fastidioso, que lentamente se convierte en el protagonista de 500 días con Summer, creo que esa idea se aplica también al amor.

Si lo observamos desde una perspectiva existencialista y algo aparatosa, la probabilidad de conocer a esa persona, hablarle, besarse y enamorarse es cero. Sin embargo, para bien o para mal, casi siempre para mal, termina ocurriendo: una coincidencia. Y el amor está lleno de eso, de pequeñas coincidencias que se convierten en realidades inmóviles. Normalmente, estas coincidencias son íntimas, compartidas únicamente por quienes las experimentan, sin afectar a terceros ni a la población en general. Pero una vez más, todo lo que parece improbable, sucede.

Por eso, hoy quiero contar la historia de amor del magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bucaramanga, Juan Carlos Diettes Luna, cuya vida se cruza de manera coincidente con la del señor Óscar Camargo Ríos, alias “Pichi”.

Desde este café en Rosales, donde me encuentro escribiendo estas líneas, es difícil dimensionar quién era realmente Óscar Camargo. En el mundo criminal, suelen ser conocidos por sus apodos, y a este hombre lo llamaban “Jesús, El Viejo, El Jefe de Jefes, El Señor y El Papi”, apodos que no eran casualidad. Camargo hacía que el personaje de Marlon Moreno pareciera un pobre huevón. Controlaba el 70% del tráfico de estupefacientes en el oriente colombiano y lideraba el GDO conocido como ‘Los Pichis’, una organización con actividades económicas tan diversificadas como las de la extinta Interbolsa.

A ‘Pichi’ se le imputaron múltiples delitos, entre ellos concierto para delinquir, fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego de defensa personal, desaparición forzada, tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, específicamente en la modalidad de ‘tráfico’, y destinación ilícita de bienes muebles e inmuebles. Además, estaba vinculado a varios homicidios agravados, incluyendo las muertes de Jeison Fabián Callejas, Marlon Yesid Rugeles Martínez, Sergio Silva Sánchez y Néstor Moreno Rondón.

Como si fuera poco, en enero de 2021 se le amplió la imputación, acusándolo también del delito de fuga de presos. ‘Pichi’, de manera descarada, no aceptó los cargos en su contra, aunque de igual forma fue enviado a prisión con su respectivo uniforme.

Sin embargo, a pesar de su reclusión en La Picota, el investigador Robin Santos logró demostrar que continuaba dando órdenes para la comisión de delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y homicidios. Esto quedó evidenciado en los interrogatorios a Juan Fernando Rosas y William García Castro, así como en interceptaciones telefónicas que involucraron a más de 180 líneas. Se concluyó que Camargo seguía operando desde la cárcel, y además, intentó intimidar a Castro para que se retractara de sus declaraciones.

A pesar de que ‘Pichi’ era un hampón de alto calibre y representaba claramente un peligro para la sociedad, la jueza María Piedad Díaz Mateus, hermana del gobernador de Santander, Juvenal Díaz, decidió en dos ocasiones levantar la medida de aseguramiento y todas las medidas cautelares impuestas.

Es extraño, ¿cómo es posible que una jueza, ante un peligro tan evidente, dictara una sentencia absolutoria? ¿Aquí es donde entra el amor?

El gobernador Juvenal Díaz se ha defendido públicamente, asegurando que no hay nada sospechoso en la decisión del tribunal, ya que este avaló las decisiones de su hermana en el caso de alias ‘Pichi’. Sin embargo, lo que no menciona es la posible historia de amor que pudo haber nublado el juicio del magistrado ponente, Juan Carlos Diettes. Porque, como sabemos, el amor lo puede todo, incluso justificar una chambonada jurídica de semejante magnitud.

El magistrado Juan Carlos Diettes, movido por el amor, abandonó su hogar por Cindy Castañeda, hija del concejal del Centro Democrático, Chumi Castañeda, un personaje querido que, irónicamente, es mi concejal favorito, ya que aporta un toque de alegría a esa corporación. Diettes se entregó a la fórmula de Dios, Patria y Monogamia, lo cual, en principio, no tendría nada de malo. Es más, admiro su valentía de seguir sus sentimientos y buscar la felicidad, aunque si estuviera tomando, me tomaría un trago en su honor mientras suena Cuánto Vale de Luis Alfonso.

Señor Diettes, debo decirle que lo admiro profundamente. Luchar por amor es algo que pocos se atreven a hacer, y usted lo ha hecho. Cuando sea grande, quisiera ser como usted: magistrado, con plata, influencia y, por supuesto, el amor verdadero.

Pero aquí es donde las cosas se vuelven sospechosas. Justo después de que Diettes ratificara la sentencia absolutoria a favor del Pichi, el gobernador Juvenal Díaz nombró a su pareja, Cindy Castañeda, como directora de la Mujer y Equidad de Género en la Gobernación. Esto deja una sombra de duda sobre la independencia de la decisión judicial, y aunque no cuestiono la honorabilidad del magistrado, es difícil entender cómo se pudo justificar la liberación de ‘Pichi’, un hombre acusado de múltiples y graves delitos que incluyen tráfico de estupefacientes, homicidios y concierto para delinquir.

La decisión del magistrado Diettes de dejar en libertad a Óscar Camargo, alias ‘Pichi’, carece de fundamento jurídico sólido y va en contra de varios principios legales. El artículo 310 del Código de Procedimiento Penal establece que se deben imponer medidas de aseguramiento cuando el imputado representa un peligro para la sociedad, como es el caso de Camargo, líder de una organización criminal involucrada en el narcotráfico y en homicidios.

Además, el artículo 312 señala claramente el riesgo de obstrucción a la justicia cuando el acusado tiene la capacidad de influir en testigos o interferir en la investigación, algo que en este caso era evidente. La gravedad de los delitos, que incluyen tráfico de estupefacientes (art. 376) y concierto para delinquir (art. 340), justificaba plenamente la aplicación de una medida de aseguramiento más estricta, en línea con el principio de proporcionalidad del artículo 28 de la Constitución.

La Corte Suprema de Justicia ha sentado precedentes claros en casos similares, subrayando la necesidad de detención preventiva en situaciones donde el riesgo para la sociedad es evidente y donde existe la posibilidad de que el acusado siga delinquiendo desde la cárcel. En consecuencia, la decisión de liberar a Camargo no solo es desproporcionada, sino también peligrosa para la seguridad pública y para la legitimidad del sistema judicial.

Al final, uno se pregunta si esto es una simple coincidencia amorosa, o si realmente el amor tuvo algo que ver. Quizá nunca lo sabremos con certeza, pero como siempre, la probabilidad cero a veces sorprende. Y con ello, solo puedo concluir: Dile al amor que no es grato en mi vida.

Al hablar con algunos compañeros del señor, dicen que Diettes es un tipo serio y probó, que lo único que le endilgan es el amor por las juezas que el mismo nombra.

Busqué a la señora Castañeda, y al principio, se mostró dispuesta a responder cualquier pregunta. Sin embargo, cuando le pregunté sobre su relación con el señor Diettes, el silencio fue su única respuesta. Así es el amor, muchas veces nos deja sin palabras.