La política del apocalipsis: ¿Por qué los líderes actuales insisten en el colapso?

Por: Emilio Niño

Vivimos en la era del apocalipsis político. Ya no basta con la corrupción, los errores o las críticas comunes; ahora los líderes deben enfrentarse a “golpes de Estado” a cada rato. Y si no los hay, se inventan. ¿La última víctima? Gustavo Petro. El presidente Petro ha denunciado que el reciente pliego de cargos del Consejo Nacional Electoral (CNE) en su contra es el comienzo de un golpe de Estado.

Aunque la decisión del CNE es cuestionable, sobre todo desde el punto de vista constitucional al involucrar directamente al presidente en la investigación, esto no exime el uso frecuente de la retórica del apocalipsis o del colapso en la política.

La narrativa es simple, pero efectiva: el sistema está en tu contra, las élites quieren verte caer, y el único que puede salvar la democracia eres tú. Esta estrategia, utilizada por figuras políticas en todo el mundo, permite (o al menos intenta) que el líder se posicione como una especie de salvador, resistiendo las fuerzas oscuras que quieren derrumbar su proyecto. En el caso de Petro, el argumento es claro: una investigación sobre las finanzas de su campaña presidencial es un ataque directo a su legitimidad, una forma de detener sus reformas progresistas.

“Ha comenzado el golpe de Estado” y el “llamado a la movilización generalizada del pueblo colombiano para la defensa irrestricta de la democracia” han sido las consignas del presidente en las últimas horas. Es un recurso poderoso: si logras convencer a la gente de que el sistema está en contra de sus intereses, se genera una urgencia emocional que justifica la necesidad de defender al líder a toda costa. Petro no es el primero ni el último en recurrir a esta estrategia, donde los desafíos institucionales son pintados como catástrofes inminentes.

Pero, ¿realmente estamos ante un golpe de Estado? O más bien, ¿se está utilizando el miedo al colapso para mantener el control?, la política del apocalipsis ha sido el pan de cada día en estos tiempos. Desde Donald Trump afirmando que las elecciones de 2020 fueron “robadas”, hasta Jair Bolsonaro insinuando que su derrota en Brasil fue fruto de un complot, esta táctica se ha vuelto común. La idea de que el fin está cerca y que solo el líder en cuestión puede salvarnos parece una fórmula ganadora para muchos políticos en apuros.

Al final, lo interesante no es tanto si hay o no un golpe de Estado en marcha (spoiler: no lo hay). Lo que realmente importa es cómo se construye y se usa esta narrativa de colapso inminente. En un mundo donde las instituciones democráticas parecen más frágiles que nunca, la política del apocalipsis se ha convertido en una carta poderosa para aquellos que quieren protegerse de los mismos sistemas que prometieron defender. Y Petro no es la excepción.

Así que aquí estamos, mientras esperamos unos “golpes de Estado” que nunca llegan, los verdaderos retos de la política siguen sin resolverse, camuflados bajo el miedo a un apocalipsis que siempre parece estar a la vuelta de la esquina.